¿Sabías que… un elemento puro puede adoptar distintas formas?

Un ejemplo típico es el carbono, que dependiendo de la estructura tridimensional que adopte puede encontrarse en forma de diamante, grafito o grafeno.

Los diamantes (uno de los materiales más duros que existen) se forman en condiciones ambientales que ocurren ocasionalmente y sus átomos están estructurados en forma de red con tres dimensiones, entrelazada y compacta. Su formación requiere altísimas temperaturas y presión.

En el caso del grafito los átomos de carbono se ordenan en estructuras hexagonales similares a las de un panal de abejas. Estas celdas se unen unas a otras con gran fuerza, formando capas. Pero la unión entre las capas es un débil y pueden deslizase fácilmente respecto a las demás. Por eso es mucho más blando y permite dejar una huella en el papel (y escribir). Para formarse requiere de mucha menos energía que la empleada en la formación del diamante.

¿y el grafeno? Se trata de una única capa de grafito. El espesor de la capa es tal que un solo gramo bastaría para cubrir totalmente un campo de fútbol. Presenta propiedades muy distintas al grafito: alta transparencia óptica, gran conductividad eléctrica, flexibilidad, fortaleza…Todo ello ha hecho que se estén desarrollando sus usos en campos como el desarrollo de paneles solares, informática, creación de pantallas flexibles, etc.

Como curiosidad, el grafito puede transformarse en diamante de manera artificial. Estos diamantes sintéticos son ampliamente usados en abrasivos, cortado y herramientas de pulido, y en disipadores térmicos.  Incluso hay algunas empresas que pueden transformar las cenizas de un ser querido en un diamante por un “módico” precio de 3.300 a 11.000 euros.