¿Sabías que…muchos de los grandes descubrimientos surgieron “por suerte”?

Todos conocemos la historia de Fleming: después de volver de vacaciones y ponerse a recoger lo que había dejado sin limpiar antes de irse. Su descubrimiento no solo le valió el premio Nobel, sino que ha salvado muchas vidas desde entonces. Pero este tipo de descubrimientos pasa más a menudo de lo que creéis, tanto que tiene un nombre: “serendipia”.
Un ejemplo de serendipia que tenéis en casa es el microondas. El horno microondas fue inventado por Percy Spencer en 1945. Percy trataba de mejorar el funcionamiento del radar. Un día en el que estaba en el trabajo rodeado de magnetrones (lo que hace que funcione tu microondas) llevaba una barra de chocolate en el bolsillo que quería comerse a la hora del almuerzo…no hace falta que os diga que ese día se quedó sin postre. La barra de chocolate se derritió por completo al acercarse a los magnetrones. Cuando se dio cuenta de lo que había pasado probó con otros alimentos (maíz y huevo). Obviamente, el huevo se cocinó a la perfección y el maíz se convirtió en palomitas. Percy Spencer había descubierto que la exposición a microondas electromagnéticas de baja intensidad calienta los alimentos y poco después comercializó el primer microondas.
Hay otros muchos ejemplos de serendipia: el velcro, el proceso de vulcanización del caucho…¡hasta los Corn Flakes! Pero no os llevéis a engaño: no hay que olvidar que para que la suerte sonría necesita una mente preparada.