¿Sabías que…la primera enfermedad profesional tiene que ver con la radioactividad?

Cuando surgieron los primeros elementos radiactivos en las décadas de 1910 y 1920 no se conocían los efectos peligrosos de este tipo de sustancias. El radio era considerado como una sustancia maravillosa que brillaba en la oscuridad y desprendía calor. Tanto es así que se comercializaban productos para la salud con radio: agua con radio, jabón con radio ¡incluso lana con radio para mantener a los niños calentitos!

Uno de esos productos eran unos relojes luminiscentes cuyos números y agujas estaban pintados con radio. Los relojes eran de gran utilidad para los soldados de la Primera Guerra Mundial porque podían consultar la hora por la noche. Y después de la guerra se hicieron muy populares entre la población civil. La empresa empleaba miles de mujeres para pintar esos relojes. Para tener más precisión con el pincel, se las enseñaba a chupar el pincel entre pincelada y pincelada para que la punta de este fuera lo más fina posible y tener mayor precisión dado “que no era tóxico”. Pero como sabéis el radio sí es tóxico, muy tóxico. La primera en notar sus efectos fue Grace Fryer cuando años después de haber trabajado para esa empresa se le empezaron a caer los dientes sin motivo aparente, aquejándose de terribles dolores también en su mandíbula. Cuando los médicos relacionaron los síntomas con la utilización del radio, intentó localizar a sus excompañeras para avisarlas. Sin embargo, sólo encontró a tres de ellas: la mayoría se encontraba en la última fase de la enfermedad o habían fallecido.

Al final, cinco mujeres demandaron a la empresa y después de mucha batalla consiguieron un acuerdo por una indemnización justa para sus dolencias. Fue la primera vez que se reconoció una enfermedad profesional, es decir, una enfermedad adquirida en el puesto de trabajo.