¿Sabías que… un soldado en el frente ayudó a Einstein a descubrir los agujeros negros?

Y uno muy listo, además. El 22 de diciembre de 1915 Einstein recibió una carta que le llegó desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Imaginaros su sorpresa cuando dentro del sobre gastado y arrugado se encontraba la primera solución exacta a las ecuaciones de campo de la relatividad general que podía describir perfectamente la geometría o distorsión del espacio-tiempo que rodea a un objeto masivo.
Einstein apenas hacía un mes que había publicado su teoría y ahora tenía sobre la mesa una solución tan precisa a estas ecuaciones. Pero ¿quién era ese soldado? Nada más que Karl Schwarzschild, ex-director del Observatorio Astronómico de Potsdam hasta el inicio de la guerra. ¿y cómo es posible que un soldado pudiera dedicar tiempo a la física? Schwarzschild enfermó y para distraerse en el hospital decidió volver a la física y empezó a leer el trabajo de Einstein.
Por desgracia la enfermedad de Schwarzschild y murió en el hospital en 1916.
Los cálculos que hizo Schwarzschild predijeron además que en determinadas circunstancias a estructura del espacio-tiempo colapsaría hacía un agujero ineludible que permanecería para siempre aislado del resto del mundo. A esto tan complicado de leer se le denominó singularidad de Schwarzschild, pero ahora lo conocemos como un agujero negro.
Su contribución fue tan importante que en un texto de la Universidad de British Columbia podemos leer: “Es muy probable que, de no ser por Schwarzschild, la teoría de Einstein no se hubiese leído tan ampliamente en la segunda década del siglo XX”