¿Sabías que… tu nariz puede “dejar de oler”?

Este fenómeno se debe a que muchos receptores de las neuronas sensoriales no siguen reaccionando a la misma velocidad inicial, incluso cuando el estímulo conserva su intensidad. Con el tiempo, la frecuencia de los potenciales de acción en la neurona sensorial disminuye. Esto puede deberse a que la neurona sensorial se vuelve menos sensible al estímulo, o a que el receptor produce un potencial de menor magnitud, o ambas cosas. Es decir, la neurona se adapta.

Algunos receptores, como los del dolor o el frío, se adaptan tan lentamente que seguimos notando el estímulo hasta que desaparece. Pero otros se adaptan con tal rapidez que nos permite ignorar esos. Por ejemplo, al vestir por primera vez unos pantalones vaqueros ajustados, los receptores de la presión de las piernas nos informan que están siendo oprimidos en esa zona del cuerpo, lo cual nos hace sentir incómodos; pero poco tiempo después los receptores se adaptan y ya no nos percatamos de la sensación de presión. Esto mismo les ocurre a los receptores olfatorios: se adaptan con rapidez a los estímulos que al principio parecen asaltar los sentidos